Tomado de aquí |
La búsqueda de nuevas rutas navegables por las heladas aguas del Paso del Noroeste, fue un reto para la navegación durante más de 500 años, en los que bloques de hielo gigantescos, la climatología, falta de víveres..., hicieron
infructuoso el descubrimiento de un paso que uniera el Atlántico con el Pacífico por el Norte. Se trataba de una búsqueda geoestratégica, además de expedicionaria.
Así las cosas, cuando en mayo de 1845 el Erebus y el Terror buques de tres palos, robustos, con cascos forrados de planchas de cobre y compartimentos estancos que fueron probados en el Antártico, partieron de Londres hacia el norte. Las autoridades, toda Inglaterra, estaban convencidas de que ésa sería la expedición definitiva. Se esperaba que el viaje de Franklin desde la costa este de América hasta salir victorioso por el estrecho de Bering no duraría más de un año, pero, por si acaso, se cargaron conservas para tres. Las 8000 latas de comida necesarias hechas en el último momento se elaboraron de "forma burda y descuidada". Las latas estaban soldadas con plomo*.
Por lo demás todo salió mal. Pasó a la historia como la expedición fantasma; durante 150 años nada se supo de lo que les sucedió. No sobrevivió ninguno. ¿Por qué murieron?
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En 1850, una expedición de rescate localizaría un precario refugio, en el que hallaron más de 600 latas de conserva vacías así como las tumbas de tres componentes de la expedición. Sus restos momificados fueron estudiados en 1984 y hallaron en ellos cantidades elevadas de plomo, lo que apuntaba como causa de la muerte una intoxicación. También se constataron neumonías y tuberculosis entre los restos humanos encontrados, pero nadie se explicaba lo extraño del comportamiento de esta tripulación que terminó en tan fatal desenlace. Se especularon diversas suertes. La más aceptada, la intoxicación por plomo.
Hoy, 170 años después, los avances en técnicas de laboratorio, nos han desvelado el misterio. En 2013 se cuantificó el plomo de los restos y el resultado devolvió al punto de origen el misterio, ya que eran niveles similares a los de los marineros de la época -los barcos tenían conducciones de agua de plomo-.
En tal punto un grupo de investigaciones con Jennie Christensen a la cabeza, decidieron estudiar la dieta a bordo analizando ¡una uña! conservada de uno de los expedicionarios y resultó, 170 años después, que fue el déficit de Zinc -que deprime el sistema inmune, produce alteraciones digestivas y altera emocionalmente al individuo- el que pudo causar del drama de la fantasmal expedición.
Sorprendente, la ciencia nos da respuestas para enigmas tan lejanos "rascando con una uña".
La relación entre el exceso de Plomo y el déficit de Zinc, es otra hipótesis para las investigaciones de estos hechos.
La relación entre el exceso de Plomo y el déficit de Zinc, es otra hipótesis para las investigaciones de estos hechos.
EPÍLOGO: *El paso del Noroeste hoy, como consecuencia del cambio climático, es navegable...pero esa es otra historia. Ver Rutas marítimas en el Ártico, Agencia ESA
*2019: se encuentran ambos barcos, 200 años después, noticia, aquí, de el periodico.com
*2019: se encuentran ambos barcos, 200 años después, noticia, aquí, de el periodico.com
*Enlaces consultados
Journal of Archaeological Science: Informes. Jennie R. Christensen et all, aquí.
El misterio de los últimos días de la expedición perdida de John Franklin. Xataca
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