
Esta entrada será por tanto la última. En ella presento que, como en otros espacios sociales, laborales o intelectuales, el trabajo en la mar parece que solo es posible para los hombres. Para los varones.
La épica pretende que para navegar se requiere fuerza, valentía, camaradería, y en definitiva valores y aptitudes que solo (culturalmente) se atribuyen a la marca "masculino". Nada más lejos de lo que nos dice la historia.
Las mujeres también han navegado siendo protagonistas épicas en diversos momentos históricos y han desarrollado valores para salir airosas de los retos que la navegación implica, sin tener por ello que renunciar a su género o a su idiosincrasia.
Como en otros espacios lo que sí han sido es invisibilizadas, denostadas, limitadas, cuando no despreciadas por tales hazañas o por intentarlas.
Rescato por tanto, para este Blog a algunas de las mujeres de salitre y vela subrayando que solo son una pequeña parte de las que se deberían nombrar.
En primer lugar tres históricas, seguidas de las que en este siglo navegan a vela, incluida una septuagenaria y una niña que con 14 años, dio la vuelta al mundo. Por último, que no la última, una mujer que formó equipo con mujeres ayudando así a desterrar los tópicos sobre la valía de las personas por cuestión de género.

Un fragmento de un legajo del Instituto de Historia y cultura naval dice "Doña Isabel Barreto, dicho sea en verdad, mostró, en los tres meses empleados en trasponer las novecientas leguas de camino, condiciones poco comunes en su sexo, no tanto por los extremos con que hacía respetar su autoridad cuidaba del prestigio de su persona, ni tampoco por el desprecio de los peligros, que es de notar, como por la indiferencia con que veía los horribles padecimientos de los dolientes, de las otras mujeres los niños, estando en su mano mitigarlos." enlace al texto completo.
